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EN EL CORAZÓN DEL REINO

ARTÍCULO DEL REY DE ARMAS, FERNANDO HUALDE, ESCRITO PARA LA REVISTA "MUTHIKO ALAIAK", A PETICIÓN DE ESTA, EN EL QUE BAJO EL TÍTULO "REY DE ARMAS EN EL CORAZÓN DEL REINO" RELATA SU EXPERIENCIA EN SU ESTRENO COMO MAESTRO DE CEREMONIAS. PUBLICADO EN EL NÚMERO CORRESPONDIENTE A JULIO DE 2008.




REY DE ARMAS EN EL CORAZÓN DEL REINO

            Nunca se me había pasado por la cabeza, y sin embargo no lo dudé. La propuesta se me hizo el pasado verano. Miguel Ángel Alustiza, Rey de Armas, y alma de esa entrañable ceremonia que es el Rey de la Faba, había decidido jubilarse después de varias décadas ocupando ese puesto, y se me ofrecía a mí tomarle el relevo. Y lo que es mejor…, era la villa de Isaba quien esperaba.
            Debutar en mi propio pueblo era más que atractivo; significaba recrear en aquél rincón del Pirineo navarro una ceremonia que, cuanto menos, es bastante probable que en el lejano siglo VIII ya se hubiese celebrado. Habíamos entendido siempre en Isaba que ese era el marco natural para esa ceremonia, con la peña de Ezkaurre como telón de fondo, y es por ello que se había solicitado en dos ocasiones.
            Y es así cómo este pasado 26 de abril los trompeteros marcaban la puesta en marcha de una sorprendente comitiva, más medieval que nunca. Abría el cortejo un servidor; y detrás…
… detrás iba una bandera, la roncalesa, que es bandera de mil batallas y de muchos siglos.
… detrás iba un escudo antiquísimo, el del valle, cuyo origen hay que buscarlo en el siglo VIII.
… detrás iba una entidad tradicional con sus trajes, la Junta del Valle de Roncal, símbolo de autonomía, institución que funciona en este valle desde el siglo XIV.
… detrás iban un centenar de trajes roncaleses, vestidos con dignidad y orgullo.
… detrás iba Itziar Artuch, de Roncal, camino de su coronación como Reina de la Faba.
… detrás iban los infanzones, los nobles, el clero; y con ellos, como no podía ser de otra manera, las majestuosas figuras del rey Carlos III, de la reina doña Blanca (vestida de roncalesa medieval), y del Príncipe de Viana.
… y detrás iba todo un valle, más unido que nunca; y también salacencos y aezkoanos; y aragoneses; ¡y también los mosqueteros bearneses!. Era como si el viejo Reino de Pamplona hubiese resucitado. Allí estaban sus gentes, desfilando por una villa engalanada.
Diré lo mismo que dijo Aranzadi en la Gamazada, que no era momento de hablar sino de sentir. Y lo que yo sentía era que ese día estábamos haciendo historia; lo que yo sentía era que algunos habían venido a ver teatro y les estábamos dando realidad; que allí había una amplia participación popular gracias al buen hacer del Muthiko Alaiak (Pamplona) y de la asociación Kurruskla (Isaba); que allí se había volcado el Ayuntamiento de Isaba y la escuela “Julián Gayarre”; que allí se habían roto barreras locales, provinciales y nacionales para dar paso y protagonismo al Pirineo.

Y eso fue la ceremonia. No se varió para nada el viejo ritual de coronación que siglos antes se había usado en la Catedral de Pamplona para coronar a Carlos III. A Itziar Artuch también se le proclamó ¡Real!, ¡Real!, ¡Real!, pero al levantarla sobre el pavés estábamos levantando a todas las mujeres roncalesas y pirenaicas, recordando su valor, recordando sus gestas, y recordando el papel tan importante que han desempeñado en estos valles.
No tuve reparo en recordar que es allí mismo, en esos montes, donde nace y donde muere el Reino de Navarra. Donde según la tradición se coronó al primer rey, y donde se rindió el mariscal. Tampoco quise que faltasen palabras de homenaje y de reconocimiento hacia aquellos roncaleses que dejaron su vida en Noain y en Amaiur por defender la independencia de su patria. Era de justicia.
Este fue mi debut, una mezcla de novedad, de responsabilidad, y de mil sentimientos. Sé que era un marco muy especial para mí, pues mi sangre, mis gentes y mi corazón están allí; pero sé también que cualquier rincón del viejo reino me servirá, en adelante, para intentar hacer sentir a los demás que detrás de esta fiesta hay una historia, la historia de un reino de hombres libres.

                                               Fernando Hualde